Bajabas del bondi en Scalabrini Ortiz y Santa Fé, para caminar unas cuadras por aquel barrio de Palermo. En los ‘90 estaba lejísimos del distrito poblado de edificios coquetos y bares cool de la actualidad. En aquellos años, en el chato barrio de Palermo abundaban los conventillos, los malandras, el vino y la droga. El empedrado de las calles y la ausencia de color en las viviendas hacían predominar el gris ceniciento en todo el trayecto hasta llegar a la plaza. Ubicada en las calles Costa Rica y Malabia, de aspecto semidesértico, con un pequeño anfiteatro derruido y algunos bancos de cemento vandalizados que conformabann el paisaje de la legendaria plaza Campaña del Desierto. Epicentro histórico de la hinchada de River, desde tiempos de Dictadura Militar. Allí se concentraba la vieja Banda de Palermo, con el Cabezón Matute como líder indiscutido, Firpo, Ratón y tantos otros emblemas de ese barrio.
Desde todas las direcciones arribaban los convocados, para luego dirigirnos todos juntos y ocupando la calle, de vereda a vereda, hacia la terminal del colectivo número 12, paradójicamente. Una vez allí, llenamos seis colectivos colmados que nos llevaron hasta su polo opuesto. La terminal de la línea, que se ubica a escasos metros del Puente Pueyrredón. En ese lugar se produjo la segunda concentración de gente, para los que vivían más cerca de punto.
Al confirmar que estabamos todos presentes, El Diariero y Luis repartieron las entradas y emprendimos la marcha, ocupando la calle California en dirección al riachuelo.
A los pocos minutos de desplazamiento, aparecieron las motos de policía con la división “Eventos deportivos”, de ese entonces. De inmediato, los referentes les gritaron que se fueran, que “nosotros somos River” y que caminábamos hacia la cancha sin custodia policial. Los motociclistas acataron el mensaje y se retiraron.
Durante el trayecto, cantábamos y saltábamos de alegría. Al mirar hacia atrás, no lo podíamos creer. La columna de hinchas ocupaba cuatro cuadras enteras.
El 11 de diembre de 1994, respetando la tradición, llegábamos caminando a la bombonera, sin custodia policial.
Entre las banderas, llevábamos un telón que sería estrenado ese día, con la inscripción “Los Borrachos del Tablón” y una damajuana dibujada en el centro.
Faltando pocas cuadras, se repartieron cientos de morteros, pirotecnia conocida como “tres tiros” y, mientras estallaban en el cielo azul, comenzó a sonar un hit de Los Auténticos Decadentes:
“Che bostero, vigilante,
vos corres en todas partes,
sos amigo, de la yuta,
vos sos un hijo de puta.
Ay, ay, ay, ay, a La Boca la vamo’ a quemar”
Así aparecían por el mástil de Caminito Los Borrachos del Tablón con sus mejores hombres.
Es una historia real.
LBT.
