HINCHA O BARRABRAVA.
“Me dirijo al público en general en mi condición de madre de un hincha de 21 años, que desde hace diez es fiel seguidor de un equipo de fútbol. Es un chico sano y muy trabajador. No fuma, no toma y no se droga. Desde entonces, comparte su pasión con un grupo de amigos tan sanos como él, muchos de los cuales cursan estudios universitarios. Además, son los autores de una bandera de su club, que contiene una señal de prohibición de uso de armas de fuego.
Sin embargo, los he escuchado hablar del peligro de ser visitantes. En una oportunidad fueron atacados a tiros por los locales con la aparente, o quizá no solo aparente, connivencia de la policía del lugar. Ellos tienen padres que les han enseñado a distinguir entre el derecho a la legítima defensa y el deber de evitar, salvo situación de necesidad, toda forma de violencia y de daño a terceros. Pero no todos tienen igual suerte.
Considero que la hinchada cumple una función de aliento que es usufructuada por los clubes, sin dar a cambio contraprestación alguna.
La donación es un contrato permitido por nuestro Código Civil. Parece una hipocresía simplista de los dirigentes creer que negándoles entrada gratuita a los seguidores que no la pueden pagar, terminarán con la violencia.
Les propongo hacer una prueba piloto: continuar entregando tales entradas, imponiendo como condición la asistencia obligatoria de los beneficiados a una charla mensual informativa sobre reglas de convivencia, educación cívica y jurídica. De este modo, darían a muchos jóvenes, intrínsecamente sanos, la oportunidad de orientación y crecimiento que su ambiente les negó, y de canalizar sus eventuales inquietudes por una vía transparente y legal.
Encárguense de coordinar con la policía del lugar, la salida organizada y debidamente custodiada de cada hinchada, en cada cancha, por calles preestablecidas, públicamente difundidas.
Asuman sus responsabilidades, correspondan la devoción, dando a los hinchas la orientación y la oportunidad de lo que han carecido y verán desaparecer la violencia, al menos como fenómeno masivo.”
Alejandra Belmartino.
Abogada.
El texto que antecede fue publicado en el diario La Nación, el 30 de abril de 1998. Fue escrito por la madre de Alan Schlenker.
Cabe mencionar que a raíz del referido artículo, se empezó a publicar en los periódicos, los croquis de los estadios, señalando las calles de ingreso y egreso para las respectivas hinchadas.
Ahora bien ¿por qué será que ningún Club quiere “blanquear” a su barra mediante una donación que a su vez les exija responsabilidad y concientización a los hinchas?
¿Acaso ningún Club del fútbol argentino quiere, al menos intentar poner fin a la violencia, a los curros de los barras y a la corrupción de los dirigentes?
LBT
