Mendoza. El combate que no fue.

A principios de 2003 y, cómo era habitual en ese entonces, se iba a disputar el Torneo de Verano entre Boca y River en la bellísima ciudad de Mendoza.

Para llegar hasta allí, las hinchadas debían trasladarse más de 1.000 km sin ningún trabajo de prevención y/o seguimiento por parte del Estado. Lo qué ya había ocasionado varios enfrentamientos entre hinchadas, como la balacera entre las barras de Boca e Independiente en 1994, en Desaguadero.

Sucede que dicha localidad es el límite geográfico para ingresar, cruzando el puente, a la provincia de Mendoza. Es donde la policía local esperaba a las barras para realizar la requisa de los micros, hinchas y banderas.
El 7 de febrero de 2003, Los Borrachos del Tablón nos dirigíamos hacia allá en dos micros. Unos 50 km por delante de éstos, viajaba una camioneta utilitaria Mercedes Benz Vito, con los máximos referentes de la barra, Alan Schlenker, Adrián Rousseau, Hernán “El Clon” Taboada y Mariano “El Topa” Aguirre. El vehículo era conducido por un histórico Borracho de la época de Matute, Miguel Bomparolla.

El viaje transcurría con normalidad, hasta que pasado el mediodía, unos kilómetros antes de llegar al Arco de Desaguadero, los ocupantes de la Vito divisaron a lo lejos, los tirantes azul y oro de La 12, que eran agitados por el fuerte viento imperante ese día.
Al acercarse, notaron que la guardia de infantería les hacía desenrollar las banderas a los barras de Boca, para revisarlas.
Habría unos 15 vehículos utilitarios estacionados en la banquina izquierda (en contramano) junto con varios autos y un malón de gente alrededor de las mencionadas banderas, que flameaban por los aires.

Ante semejante escena, había que actuar y rápido. Ya que el grueso de la barra de River no tardaría en llegar. Si eso ocurría, sin dudas se iba a producir una masacre.

En esos años, los capos de Los Borrachos del Tablón tenían la costumbre de ir a la cancha vestidos de camisa, generalmente a cuadros. Decidieron avanzar y les resultó sencillo superar el control policial abordo de la Mercedes Benz y de camisa, ya que el prejuicio policial no los identificó como barras.
Una vez cruzado el río, en territorio mendocino, advirtieron a mano izquierda, un Renault 18 color gris, ocupado por los hermanos Di Zeo, Mauro Martín y otro líder no identificado por los nuestros en ese momento.

Le pidieron a Bomparolla que se detuviera de inmediato en la banquina derecha. Los 4 bajaron de un salto y cruzaron la ruta 7 en dirección al R 18. Mientras se acercaban, se levantaban las camisas para mostrar a los sorprendidos ocupantes del auto que ellos no tenían armas. Schlenker y Rousseau levantaron sus voces mientras se ponían en guardia “Somos cuatro, vengan a pelear”.
El primero en reaccionar fue Fernando, quién respondió “váyanse, están locos. Son cuatro nada más”. Su hermano Rafa empezó a chiflar, llamando a sus muchachos. Los nuestros seguían invitando a los rivales a “pelear mano a mano”. Mauro le respondió a Alan “mirá lo que sos, yo no te puedo pelear. Te tengo que cagar a tiros” y, acto seguido, sacó de entre sus prendas dos armas de fuego y las levantó por encima de sus cabezas.

Los cuatro Borrachos del Tablón seguían desafiantes, no se movían de ahí.
Empezaron a llegar más hombres de los Di Zeo, venían agitados y sorprendidos, desde las combis hasta la explanada de ripio a la vera de la ruta a punto de convertirse en un campo de batalla.
No menos de diez armas de fuego eran exhibidas. Aún así, los nuestros no cedían terreno y ellos, tampoco disparaban. En buena medida porque la única voz cantante de su lado, Fernando Di Zeo, les decía a los suyos que no tiraran y les seguía pidiendo a los rivales que se fueran.
El alboroto era tan grande que apareció, de la nada, un cuerpo de infantería de unos 20 efectivos con escudos que improvisaron un cordón policial entre los 4 de River y unos 25-30 de Boca que habían llegado.
El jefe del comando, estiraba sus dedos hacia arriba y haciendo ademanes les gritaba a los nuestros “Son 4, están locos. Váyanse”.

A esta altura, no había más nada por hacer. Alan, Adrián, El Clon y Topa se dieron vuelta , volvieron a cruzar la ruta, lentamente, se subieron a la camioneta y le pidieron a Miguel que arrancara “a paso de hombre”.

Existen distintas versiones sobre el episodio narrado. Lo que hasta hoy nunca nadie advirtió, es que el accionar de los líderes de Los Borrachos del Tablón hizo que se movilizaran las fuerzas de seguridad, que apuraran el desplazamiento de la barra de Boca antes que llegaran los micros de River y que la cosa pasara a mayores.

Ese día, los de River no pelearon, los de Boca no tiraron y ambos, sin querer o queriendo, evitaron una masacre.

Es una historia real.

LBT

Las barras de Boca y River en la bombonera.

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