El mejor viaje de Los Borrachos del Tablón.
Formar parte de la mejor hinchada de todos los tiempos implicaba también, viajar mucho para acompañar a nuestro querido River Plate.
Si bien, tuvieron mayor visibilidad los viajes a San Pablo, Asunción y Santa Cruz de la Sierra, dada su gran hostilidad y los graves incidentes que se produjeron como consecuencia de ella. En la que LBT tuvimos que cuidar a nuestra gente.
Sin embargo, hubo un viaje que significó todo lo contrario. Desde el momento que arribamos nos sentimos como en nuestra casa. Pasamos por el estadio el día anterior al partido y la barra local salió a recibirnos y nos invitaron a “reconocer el campo de juego”, para nuestra grata sorpresa.
Todo ocurrió en la pintoresca ciudad de Riobamba, en Ecuador y, el partido al que se hace referencia, fue el primer encuentro del Grupo 5 de la Copa Libertadores del año 2005, disputado en el estadio Olímpico de esa ciudad, a más de 2.700 mts de elevación sobre el nivel del mar y ante 18.000 espectadores.
Centro Deportivo Olmedo era el anfitrión y Los Borrachos del Tablón quedamos deslumbrados por la amabilidad de los locales (y de todos los ciudadanos, por cierto), por los paisajes, la gastronomía y la buena onda entre hermanos ecuatorianos y argentinos.
Tuvimos la oportunidad de ver el imponente volcán Chimborazo y de experimentar los efectos de la altura. De hecho, estábamos alojados en el segundo piso de un hotel sin ascensores. Y, al subir por las escaleras quedabas agitado como si hubieras jugado un partido con alargue. Eso nos permitió tomar noción de la real desventaja que implica jugar en la altura.
Párrafo aparte, merece el comentario que hasta ese lugar llegó nuestro Ejército de los Andes, donde brilló por su bravura la caballería comandada por Juan Lavalle, quién a raíz de su valiente desempeño se ganó el apodo de “El León de Riobamba” y justo en ese épico lugar nos encontrábamos.
Aquel 23 de febrero de 2005, todo salió redondo, River ganó 3-2 con goles de Jairo Patiño, el Jefecito Mascherano y el Tecla Farías. El triunfo, fue la frutilla del postre de un viaje inolvidable.
LBT