El periodismo argentino hoy tiene una imagen negativa cercana al 60 %, por algo será.
Sin embargo hace unos años, cuando los medios todavía gozaban de credibilidad, se realizó una operetta escandalosa, por parte de José María Aguilar para “limpiar” la imagen de Adrián Rousseau y que éste no fuera preso.
Pero primero deben saber que todo comenzó con una pseudo estafa, en el año 2003, cuando Adrián llevó su motocicleta CBR 600 vieja, para que la pintaran, en un taller ubicado a metros de Puente Saavedra.
Los mecánicos de ese lugar lo convencieron de ir al autódromo a dar unas vueltas. Y a partir de ahí, le dijeron que tenía mucha aptitud para correr, que había marcado buen tiempo y lo endulzaron para que compitiera…
Fue así como esos mismos mecánicos le vendieron el servicio de: pintura y reparación, los neumáticos (que le hacían cambiar muy seguido), el trailer y toda la logística para que se presente en cada carrera (una fortuna).
Más allá de su aptitud para el deporte, la verdad es que existía una seria limitante, Rousseau pesaba 120 kg en esos años y, los corredores de motos apenas rondan los 60 kg.
Si pesas más de cien kilogramos hay dos deportes a los que seguro no te podes dedicar de manera seria:
- No podrías ser Jockey, porque llegarías siempre último y hasta podrías provocarle al caballo graves problemas en su columna vertebral.
- Tampoco podrías correr en motociclismo por la desventaja que significa tanto peso para la cilindrada de una moto.
El domingo 16 de mayo de 2004, se jugó el Superclásico en la bombonera.
Un mes antes, el diario inglés “The Observer”, sobre 50 acontecimientos deportivos definió este partido como el espectáculo Número 1 más importante para ver “antes de morir”.
Cómo todos recordarán, ese día Maxi López la rompió y Fernando Cavenaghi metió un golazo de cabeza que lo gritó con todo, de cara a la segunda bandeja colmada por Los Borrachos del Tablón.
Fue una tarde inolvidable para todos nosotros, mientras Adrián Rousseau… se había ido a correr en moto…
Se perdió el último Boca vs River con las dos bandejas.
(Lo que da cuenta de lo desmotivado que estaba Adrián con River y explica por qué unos años después traicionó su propia historia y los principios de LBT, para venderse al servicio de Aguilar.)
¿Se preguntarán si al menos le fue bien en la carrera?
Ni siquiera. Se cayó y arrastró a otro competidor, por lo que estuvieron a punto de expulsarlo. Ya que siempre le sacaban muchas vueltas y ponía en riesgo a los demás pilotos.
Sin embargo, como inyectaba mucho dinero para mantenerse en el circuito, los organizadores le crearon la “CATEGORÍA B”, en la que corrían sólo Adrián Rousseau y un señor mayor de unos 80 años de edad.
Es más, una vez algunos amigos lo fueron a ver a Marcos Juárez y ganó el anciano.
Ahora bien, cuando Rousseau fue condenado a la pena de 3 años y 8 meses de prisión por el Ataque del Playón (ocasión en que Gonzalo Acro acuchilló en el cuello a Urko Berón de Palermo, lo que luego generó la venganza de éste grupo sobre Gonzalo).
Cuando una condena es superior a 3 años, es de cumplimiento efectivo. Entonces, en un intento desesperado de Aguilar por salvar a su brazo armado, idearon una movida para venderlo a Rousseau como “Campeón de motociclismo” (era más fácil vender arena en el desierto) y con esa aparente mejor imagen ante la sociedad, alivianarle el peso a los jueces que debían dejarlo libre. Estaba todo arreglado con la justicia, faltaba lavar su imagen para evitar la indignación social y por supuesto mucha gente creyó en la noticia y ellos se salieron con la suya.
Lo más contradictorio es que Adrián Rousseau decía que no daba notas a los periodistas. Sin embargo, con la trágica muerte de Gonzalo salió en los medios acusando a Alan Schlenker de haber contratado 10 sicarios para matar a Acro (Rousseau sabía perfectamente que habían sido los de Palermo).
Luego, en 2012 salió a venderse como Campeón de motociclismo y a decir que estaba desvinculado de River.
Sin embargo en 2013 se conoció una investigación del fiscal Campagnoli (con escuchas telefónicas y seguimiento policial) y se comprobó que Adrián después de los partidos pasaba a buscar su “tajada” de la reventa de entradas de la barra de Caverna Godoy. (Ver el enlace al final)
Es una historia real.
LBT.

https://www.clarin.com/deportes/violencia-futbol-borrachos-tablon-adrian-rousseau_0_BJB-VyWsw7x.html